París: día 1

Algunos ya sabrán que me escapé a París unos días después de una semana trabajando en Londres.
La vez anterior que estuve por el viejo continente no había ni pensado en visitar esta ciudad. Muy raro en mí, por lo que me gusta la pastelería hubiera parecido obvio.

Pero esta vez sí que era obvio que tenía que ir.

Decidí pasar varios días, 5 días enteros y un poquito más. Así que es de esa forma que voy a dividir el recorrido. O eso supongo, recién escribí este.

Cosas para que tengan en cuenta de mi tour antes de comenzarlo: no pedí permiso en ningún lugar para sacar fotos, hay muchas fotos sacadas desde la calle. Mi fobia social tiene sus vueltas.
Pero por suerte París nos regala hermosas vitrinas para babearnos antes de entrar al negocio.

Llovió todos los días. Iniciaba el otoño y me lo hizo sentir. Zapatillas hiperrecontraarchimojadas. Por suerte el departamento que alquilé tenía un lindo lavarropas-todo-en-uno-secarropasque me hubiera gustado llevar a casa. Pero mi valija ya estaba a tope.

Aunque no es necesario, porque la mayoría entiende inglés, yo quería hablar en francés ya que estaba ahí. Y hubo veces en la que me sentí medio marciana. O me miraban de esa forma.

Sin mucho más preámbulo les cuento del día 1:

Empezó la mañana con un desayuno del Sr Pierre Hermé. La tienda de la Rue Bonaparte era mi punto rojo en el mapa. Antes que eso me salteé la de Sadaharu Aoki. Mon Dieu! Para decirlo en el francés que no hablo, es imposible no cruzarse con una pastelería mientras se camina, en cada barrio hay al menos una con tantas, pero tantas cosas deliciosas que más vale que caminen mucho, porque sino se van a tener que poner a dieta al regreso.

(no se a ustedes, pero a mi no me parece muy apetitoso)

Les decía, me tenté con la de Aoki, pero seguí con rumbo firme a lo de Hermé. 

Para mi sorpresa la tienda estaba vacía. Yo esperaba una cola re larga de gente hambrienta  Y eso tiene sus pro y contras. Pro, es bastante obvia, no hay que esperar. Contra, que apenas entramos la vendedora nos saluda y espera que le pidamos algo. Es imposible abarcar todo, que nuestro cerebro lo procese y decidirse en segundos. ¡Yo quiero mirar todo! 

No todas las tiendas venden lo mismo, sólo algunas tienen pastelería fresca, otras macarons, budines, mermeladas y spreads, como la de la Rue Cambon, cerca del Louvre o la de la Avenida de la Opera. 

Relojee la variedad como pude, y era obvia una de ellas, el llamativo y legendario Ispahan. Después de muchas fotos por fin lo tenía adelante. Tenia que probarlo.

La atención es absolutamente profesional y correcta, la misma que en una joyería. Muy atentamente me dieron cubiertos de plástico, para comerlo. Me quedé con el cuchillo, no es lindo?

(la cuchara que acompañaba pereció luego de ser utilizada)

Después de salir y de las fotos obligadas de la vidriera, me dirigí a la plaza más cercana para sentarme. Esto último resulto casi una obligación porque no es simple de comer, las frambuesas se van cayendo, el macaron se desarma... esta todo perfecto, como me podría quejar!

(el detalle de la gota me mata)

Lo primero que se siente es la rosa, un sabor mantecoso, de buttercream de rosa y luego la frambuesa. El lichi es tan sutil que no se nota. El macaron es perfecto. Crujiente y se desarma, lo pueden ver en las fotos.

La vidriera de Mariage Frères es un sueño para el que le gusta el té. Cajas, cajitas, mucha madera, y aromas a especias y té. Como debe ser la casa de té más antigua de Francia.

(¿twiteando antes del servicio?)

Uno de los mejores affineur de quesos, Christian Le Lann, se lo cruzan caminando por la isla Saint-Louis (76 Rue Saint-Louis en l'Île). Lo van a encontrar el lugar por el olor. Vende quesos de leche cruda, sin pasteurizar, y pueden pedir que lo envuelva para el viaje.

La siguiente parada gastronómica fue Berthillon para el almuerzo. Literalmente hablando, almorcé helado. Mi primera vez.

La cola indica el destino. Todos van a comer helado de Berthillon. Es tanta la fama que muchos restaurantes lo venden de postre y lo anuncian en sus carteles.

Mientras uno espera puede ir pispeando los sabores y elegir. Pero, wait, a medida que la cola avanza los sabores pueden ir desapareciendo de la pizarra. Así que tal vez tengan que cambiar a último momento.

Me pedí tres bochas, caramel au beurre salé como me había pedido Mica (¿era así?), spéculos y citron verveine menthe. Delicia los tres. El limón al agua con lo refrescante de la verbena es muy refrescante. 

Speculos, mi sabor preferido de los tres. Cremoso, suave, con mucho sabor a galletita de especias y con trocitos de galletita. Comería 1/4 solo de este sabor.

Y por ultimo el de caramelo a la manteca salada. Primero aparece la sal, de repente el caramelo y luego vuelve a ser salado. Muy interesante, cremoso, la lengua (o mejor dicho el cerebro) no entiende que tiene que sentir, si esta bien que sea salado o si tiene que ser dulce. Hay que probarlo, al menos una vez.

Luego de muchos otras vueltas turísticas llegue a Gerard Mulot. Y así termina el primer día, con la vidriera que creo no necesita de mis comentarios. Los dejo con la intriga de que compré...

Ahora que la serie de días terminó, acá están los otros posteos: día 2, día 3, día 4 y día 5

Y les dejo un mapa que voy a ir mejorando con los puntos destacados.